En mi camino de fe el concepto y la práctica del sacramento se ha ido profundizando y desarrollando acompañando los acontecimientos de mi propia historia y exigiéndome una gran apertura de mente, corazón y espíritu.
Nací en una cultura católica, participé desde muy joven activamente y viví un proceso vocacional muy intenso, terminando con la ordenación sacerdotal y trabajando en zonas de villa de emergencia en una provincia distinta. Después de un período de gran crisis con el proyecto dejé y empecé mi búsqueda espiritual para continuar viviendo mi fe.
Es allí, que luego de varios intentos, ICM llega a mi vida, impactándome mucho su apertura y generando un gran desafío para mí, como lo era convivir con la diversidad religiosa, litúrgica y de expresiones de fe.
En ICM se reconocen, después de una consulta a todas las comunidades, el bautismo y la Santa Cena o Comunión. Ahora cómo cada persona lo vive, conceptualiza o lo logra abarcar eso no lo determina, y se permite vivir con libertad de conciencia.
Este maravilloso proceso abrió mi corazón y me obligó a repensar mi propia formación teológica y antropológica. Fue rehacer mi entera comprensión de la Divinidad y sus múltiples maneras de entrar en diálogo con la humanidad.
Es así, que el mismo concepto del sacramento fue haciéndose mucho más profundo, cada vez más se hacía una gran entrega de una Divinidad, puro amor, pura misericordia, en un esfuerzo por abrazar una humanidad que necesitaba de esta acción salvífica, sanadora y reconciliadora. Pero al mismo tiempo, también era una acción de cada persona, al apropiarse de este don, encontrarse con él, dejarlo actuar y permitirle que nos transforme progresivamente.
En ICM se reconocen, después de una consulta a todas las comunidades, el bautismo y la Santa Cena o Comunión. Ahora cómo cada persona lo vive, conceptualiza o lo logra abarcar eso no lo determina, y se permite vivir con libertad de conciencia.
Las demás expresiones de fe, sacramentales en algunas otras denominaciones, se permite que cada persona las pueda vivir desde su comprensión de fe, y cada comunidad respeta y anima esta diversidad.
Esto es un tremendo desafío para tantxs líderes y lideresas pastorales alrededor del mundo. Implica sumo respeto, apertura al corazón de las personas que vienen a nosotros / as, una exigencia renovada de formación para aproximarnos a las múltiples comprensiones del tema.
Aún hoy, después de tantos años, sigo siendo un discípulo a los pies del Maestro, escuchando sus palabras, dejándome impactar por la siempre renovada fuerza de su enseñanza y sabiendo que hasta esa fiesta en el cielo no tendré, ni de cerca, una comprensión acabada de este tema: Cómo esta Divinidad, puro amor, se dona para acariciar nuestras cicatrices más profundas, y cómo cada unx de nosotrxs extendemos nuestras manos para recibir todo su Amor.
Ojalá un día, todxs reunidxs, en la gran fiesta del cielo, celebremos la culminación de este encuentro amoroso.
SOBRE ESTE AUTOR DE ICM: Rev. Gregorio Tobar Guzman – Líder Pastoral en ICM Buenos Aires. Miembro de la comunidad de líderes/esas del Cono Sur