¿Por qué le rezo a un Jesús de piel oscura?

 

mujer negra sosteniendo ella misma

 

¿Por qué le rezo a un Jesús de piel oscura?

¿Y podría ser que Dios fuera negra? ¿Y podría ser que Dios fuese esclava? ¿Y podría ser que Jesús fue evangelizado por una mujer negra? ¿Y podría ser que la Santa Ruah toca los tambores para convocar a todas las mujeres negras a una revuelta?

Me parece que aún la imagen está ahí, justo después de la puerta principal de la Iglesia, en el pequeño recibidor, una imagen del rostro de Jesucristo que ha acompañado mi imaginario hasta el día de hoy. Un hombre joven de ojos claros, cabello casi rubio, un tanto bronceado. Originalmente fue un boceto en carbón, que el artista convertiría en un lienzo. La pintura conocida como la Cabeza de Cristo o El Hijo del Hombre, el cuadro estuvo en muchos hogares e iglesias protestantes. El pintor de la obra, el norteamericano Warner Sallman, hijo de migrantes, cuenta que la imagen vino como parte de un sueño/revelación que tuvo. Dios le revelaba a Sallman la imagen de Jesús.

La Cabeza de Cristo representó para mí el límite de lo que la experiencia de Jesús podía significar en mi vida: un hombre blanco, norteamericano, sin sexo, pero sensual. Cristo es ubicado desde categorías de poder y privilegio a las que los cuerpos abyectos no tendrán acceso. La salvación está envuelta en categorías y cuerpos que necesitan ser desvestidos de su poder para que en su desnudez puedan tocar otros cuerpos que han sido oprimidos y desvalorizados.

Me miro, no en el Jesús de Sallman, sino en la imagen de la anciana de días de la pintora cubano americana Harmonia Rosales. Esa madre negra que crea junto a nosotras, y nos deja en libertad ser.

Hay metáforas e imágenes que se convierten en armas de exclusión, las iconografías de un Jesús enteramente masculino y asexuado, ha sido una marca de carimbo que nos ha dejado a muches fuera del útero de Dios. Por eso proclamo al Jesús que enjugó las lágrimas de Sojourner Truth abolicionista, que vio a trece de sus hijos ser vendidos por el sistema esclavista norteamericano y esa experiencia desgarradora le dio la fuerza para luchar por otros. Por eso proclamo la resurrección de Tereza de Benguela, líder del Quilombo Quaritaré, decapitada por el régimen esclavista portugués por proclamar la libertad de su pueblo. Por eso proclamo a Audre Lorde, poeta negra lesbiana, que nos dio la buena nueva: las herramientas del opresor nunca nos darán la libertad, entonces es necesario reinventar el cielo, reinventar la tierra y de construir un nuevo discurso sobre Dios.

Me miro, no en el Jesús de Sallman, sino en la imagen de la anciana de días de la pintora cubano americana Harmonia Rosales. Esa madre negra que crea junto a nosotras, y nos deja en libertad ser.

Oro a la Santa Ruah que se viste de colores, toca tabores y hace estremecer los batás, ngoma, djembe, los barriles de bomba. Esa Santa Ruah nos convoca a cada mujer africana y afrodescendiente a bailar para exorcizar el racismo, a cantar para espantar la violencia sexista y de género a reír con la fuerza de nuestros pulmones para que nuestro viento destruya la pobreza. Hoy gritamos y salimos a las calles nadie puede borrarnos, nadie puede silenciarnos, porque ante nuestros sufrimientos la divinidad siempre enjugó nuestras lágrimas y cambio nuestros lamentos en baile y en lucha, porque después de todo Dios también es negra.


 

Margarita Sanchez De LeonSOBRE ESTE AUTORA DE ICM: Margarita Sanchez De Leon – Afrocaribeña, nacida en Puerto Rico, reside en México. Casada con Frida, tienen dos mellizos de diez años.